sábado, 18 de septiembre de 2010

Chopin y México (1 de 2)

Como este mes andamos muy patriotas (para los que no sepan los pasados días 15 y 16 se celebró en México con bombo y platillo el bicentenario del inicio de la independencia mexicana), hablaré en este y en el siguiente post de un par de conferencias a las que asistí el pasado mes de Junio en la Fonoteca Nacional, en las que el Doctor Luis Rublúo y la Maestra Eva María Zuk nos explicaron magistralmente la influencia de Federico Chopin en la literatura y la música del México de finales del siglo XIX y principios del XX. Será pues un homenaje a mi querido México y a mi amado Chopin dos bicentenarios que me toca vivir.

La primera conferencia se llamó "Federico Chopin en el Azul de México", estuvo a cargo del Doctor Luis Rublúo quien nos habló de las muestras literarias que hay de la influencia del músico polaco. Esta conferencia me despertó la curiosidad por leer a los autores que el Dr. Rublúo mencionó, así que acompañada de mi esposo me dirigí a las librerías de viejo de la calle Donceles y adquirí algunos libros de ellos y que actualmente esperan su turno para ser leídos.

El Dr. Rublúo comienza por explicarnos el término Azul: “Podríamos suponer al Azul de México, allá por el siglo XIX en un ambiente transparente, cuando el cielo purísimo se retrataba en las aguas del lago de Texcoco, el paisaje del Valle de México retratado por pintores europeos como Egerton o Landesi, por pintores mexicanos según José María Velasco, el descrito en la literatura recordemos el inicio de Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes: ‘Viajero habeis llegado a la región más transparente del aire’. No supondremos aquí ese azul que sí caracterizó a México, pero a otro más bien metafórico: al ambiente de los artistas de fines del siglo XIX y principios del XX, el denominado modernismo, sobre todo literario, pero con el influjo de la música, y con las formas y los colores de las artes plásticas; esto es, a un ambiente, el que quedó retratado en la sociedad de la época y en las que contaron buena parte de nuestros más valiosos artistas.

Este vocablo azul determina tal atmósfera espiritual de México, cobija a escritores en todos los géneros: poetas, novelistas, cuentistas, ensayistas, historiógrafos, periodistas, dramaturgos; más pintores, escultores, arquitectos y desde luego músicos. Músicos mexicanos quienes recibieron influencias de maestros europeos, aún cuando en el nacionalismo que despuntaba en el viejo mundo buscaba y encontraba las propias raíces en México”.

El grupo de intelectuales modernistas y románticos de esa época, tuvieron un espacio para expresarse y mostrar a la sociedad su talento, este espacio fue la revista Azul, la cual fue fundada por el escritor Manuel Gutiérrez Nájera en 1894.

Nos dice el Dr. Luis: “He escogido representativos que nos acercan a Chopin, de él hablan, por él y para él escriben, como la referencia que fue, el propio Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, María Enriqueta Camarillo, Rafael Delgado, Ángel de Campo Micrós y Rubén M Campos”.

Voy a citar lo que el Dr. Luis Rublúo nos platicó de estos escritores:

“Según el famoso Duque Job mexicano (Manuel Gutiérrez Nájera), la música de Chopin, así en sus piezas breves para piano tanto como sus conciertos para gran orquesta y piano, logros genuinamente poéticos, esto es, que por cuidadosísimo que hubiese sido en sus técnicas buscó salvaguardar las imágenes en que pensó, de las cuales adquirió inspiración: los bosques, los lagos, las montañas, y de ellas consiguió retener su espíritu transformado en música la cual impregna el espíritu humano de quien la escucha”.

Del poeta Amado Nervo:
‘De las teclas oscuras del piano
No de las blancas, esas no saben suspirar
Arrancan sus nocturnos la espatulada mano
De la silente musa con dulce divagar
Y surge el grito trágico del trágico salterio
Baladas nebulosas de algún perdido edén
Sonatas de tinieblas, rondales de misterio
Nerviosas quejas íntimas del pálido Chopin’ Amado Nervo en Homenajes 1897.
“Los pasajes en torno a Chopin en las páginas de Nervo son muchos, y he debido elegir.
De sus columnas, la que bautizó Fuegos Fatuos, iniciada el 11 de mayo de 1895, es riquísima en observaciones y datos que naturalmente agradecerán siempre los historiadores los sociólogos del arte en especial. Publicó la entrega El Piano, tenía que llamarse así:

‘Ahora bien; en cada temporada de ocho años, ¿cuántas artistas logramos en México?
¡Dese usted una vueltecita por esas calles de Dios y luego eche sus cáculos!
De 40 mil muchachas en pleno estudio, 39 mil son boxeadoras del piano y no pasan de ahí. Nos quedan mil, mas de estas mil, 950 aturden a los vecinos con trocillos de zarzuela, tales como los marineritos, el dúo de la verbena o las seguidillas del Certamen.
Restan 50, 40 de las cuales tocan algo, al pertinaz tejemaneje merced al cual se logra leer una mazurka de Chopin.’

De la fiebre popular por la clases de piano, como sello de las señoritas bien, de las señoritas bonitas, a las jóvenes de veras artistas, y en la cúspide la preferencia de Federico Chopin, y si bien la crónica de Nervo califica de lo logrado por las buenas ejecutantes de piano, podríamos pensar legítimamente cómo el maestro polaco gozo de una enorme popularidad entre las mexicanas intérpretes y los mexicanos escuchas”.

Continuó con la escritora coatepense, que debo decir fue quien más me llamó la atención: María Enriqueta Camarillo (de quien vemos una imágen tomada del sitio: http://www.casamuseomariaenriqueta.com), ya que además de escritora era pianista, estudió en el Conservatorio Nacional de Música aquí en México. Sus músicos favoritos son también los míos. Nació en Coatepec Veracruz, donde hay un museo dedicado a ella y a sus obras, algo que me deja el pendiente de regresar a tan hermoso lugar, ya que cuando fui lo encontramos cerrado; además fue autora de libros de enseñanza, que seguramente ilustraron los años de infancia de mis padres.
De sus libros, en las librerías de viejo no encontré ninguno, pero ya verifiqué en el catálogo de la Dirección General de Bibliotecas UNAM y por supuesto están, al menos los que más ganas tengo de leer.

De ella el Dr. Rublúo nos comenta que tuvo la suerte de conocerla y que ella le transmitió varias cosas que ha aprovechado:
‘La música con su dulzura
No consulta, indecisa
No interroga, vacilante
La música arrastra, lleva, impone, manda.’ María Enriqueta para Chopin Hojas Dispersas. El libro salió publicado hasta 1950.
‘¿Cuál es mi ocupación favorita? Escribir.
¿Y los músicos de mi preferencia? Ah Beethoven y Chopin, sano, fuerte y sencillo el uno, enfermo, frágil y complicado el otro.‘ Se pregunta y se contesta María Enriqueta en su libro autobiográfico “Del Tapiz de mi vida”
“Páginas que redactó desde el siglo XIX y para la revista Azul, y luego ya entrado el siglo XX escritas desde su expatriación en Madrid. Mujer más del siglo decimonónico, aunque sirvió mucho a México con sus ‘Rosas de la Infancia’ y ‘Nuevas Rosas de la Infancia’, aquellos inefables libros de lectura tan cuidadosamente hechos que nos ilustraron a los niños de otros tiempos.
María Enriqueta novelista, cuentista, educadora, poeta, nació en Coatepec Veracruz en 1872, murió en la Ciudad de México en 1968, muy cerca de cumplir 100 años; estuvo casada con el historiador Carlos Pereyra, su trato era tan fino como finos son sus libros, de uno de ellos “Álbum sentimental. Poemas” de 1926, ilustrado delicadamente por dibujos hechos por ella misma. En tal libro hay un poema llamado “Lección” dedicado a Federico Chopin y considero por necesidad reproducirlo aunque apenas diga algo más y no más, y lo ilustra justamente con un detalle de su autoretrato: cabellera, frente, cejas, ojos, nariz por mitad y ya, pero ¡claro que es ella! Dice el poema:
¡Oh música de Chopin!
Música lánguida y triste
Gracias te doy por el bien que me hiciste
Voz hermana, voz clemente
Que te fuiste agotando lentamente como el caño de una fuente
Voz que ternura me diste
Gracias mil te doy también por el bien que me hiciste
Atrás se ha quedado todo
Todo se quedó distante
Y con modo que yo juzgo extravagante
Me obliga inflexible el sino
A torcer por el recodo del camino
Y a seguir hacia adelante
¿Para qué? No lo sé
Quiere que aprecie mejor el sabor de todo lo que se fue
Oh maestro, oh destino
Eres diestro y tu plan es cruel y es fino
¿Quieres darme a comprender todo el valor del ayer?
Lo has logrado
Penetro ya en mi cabeza la tristeza de la palabra pasado
Gózate, clava el punzón
Has querido que yo viva para hender mi corazón con tu lección objetiva
He aprendido esa terrible lección
Has vencido la tolva conjugación
Ya no es para mí hierática
Ya siento claro el efecto del pretérito perfecto
De la sesuda gramática. Escrito en Madrid.
Pareciera que la mayor introspección de la azarosa vida de Chopin convertidos en varios de sus nocturnos, un lenguaje espiritual, ciertamente lo percibiera en determinado momento la azarosa nostalgia de la escritora mexicana en los días de su obligado exilio.
Para María Enriqueta Camarillo de Pereyra la música fue una pasión suya y el piano parte de su vida, y reconoció maestro influyente, diría yo que también en sus libros, así sea por el ambiente del siglo a Federico Chopin”.

El turno ahora es de Rafael Delgado, de él si pude conseguir un par de novelas: Angelina y Los Parientes Ricos. Nos dice el Dr. Luis:
“No escribió para la revista Azul, es más, poco permaneció en la capital de la República, la que sin embargo cuenta y mucho en su narrativa. Sus novelas reflejan aquellas realidades nacionales aún desde provincias, y en tales reflejos se advierten los gustos románticos, precisamente en costumbres. Delgado de celebridad bien ganada sobre todo por sus novelas “La Calandria”, “Angelina”, “Historia vulgar” y “Los parientes ricos”; expone verdades sociales, inclusive de familias gazmoñas e hipócritas, en la última sobre todo, contemplamos aquellos cuadros de la educación femenina durante el siglo XIX y en sus finales. ¿Podría estar ausente Federico Chopin y su música en las pequeñas ciudades como Orizaba y Córdoba en Veracruz? Circundadas de prodigiosos paisajes y campiñas siempre verdes y floridas y alegres. El concepto en torno a Chopin se sigue en la novela en especial en “Los Parientes Ricos”:

‘Toca de Chopin por favor, suplicó Margarita, tras breve preludio que parecía el eco de lejana fiesta, un vals embriagador, cuyo tema parecía desenvolverse como una onda de humo perfumado, brotó del piano en rítmica misteriosa y vaga idealidad sugestiva.’ Rafael Delgado, Los Parientes Ricos, novela publicado en 1905”.

Angel De Campo Micrós nacido en 1868, muerto en 1908. A mi parecer fue el cronista más importante que tuvo en sus años de florecimiento la Ciudad de México, y el Folclore urbano le debe muchísimo.
En una de sus crónicas, aparecida en su columna “La Semana Alegre” iniciada en 1899, concluida por su muerte en 1808, sorprendemos la afligida plática de vecinos porque decían que se acercaba el fin del mundo, que en hojas sueltas se comentaba y divulgaba y cada quien decía algo:

‘Será o no será me importa un tostado de horno. El tal planeta vale bonete y este día me daré mi baño y estaré tomando mi bitter como si tal cosa.” Dijo uno
Y otro: “Yo estaré leyendo mi biblia, eso resulta solemne.”
Pero alguien más expresó: “Yo tocando la Marcha Fúnebre de Chopin’”.

De Rubén M Campos y la celebración del centenario del natalicio de Federico Chopin en México nos dijo:
“Voy a recordar cómo en México se celebró el centenario de Chopin hace 100 años, como ahora lo hacemos, aquí los mismo mexicanos, bueno ahora somos los nietos, bisnietos y demás.

‘Mientras haya juventud en el mundo, corazones juveniles henchidos de amor y cerebros henchidos de ensueños, la música de Federico Chopin será la que interprete mejor la sed de ensueño, el estado del alma que solamente florece una vez en la vida, cuando se tiene 20 años.’ Rubén M Campos en su discurso dicho en el centenario del nacimiento de Chopin en 1910.

A Rubén M Campos le debemos mucho, más o menos recientemente se le ha reconocido con algunas reimpresiones de sus libros beneméritos: “El Folclore y la Música Mexicana” que publicó en 1928, “El Folclore Literario de México” en 1929 y “El Folclore Musical de las Ciudades” en 1930. Su bibliografía es amplísima y también su hemerografía, pero hay un tomo recién editado por nuestra Universidad Nacional: “El Bar, la vida literaria de México en 1900” publicado hasta 1996.
Campos, nacido en Valle de Santiago, Guanajuato el 25 de abril de 1871 y murió en la Ciudad de México el 7 de junio de 1945.
En los citados libros anda Chopin como andar de la mano de los mexicanos y en el último mencionado, Campos hace una reseña de cómo fue conmemorado y celebrado el primer centenario del natalicio del músico el 11 de febrero de 1910. Presentes los más notables pianista de entonces: Manuel M Ponce, Pedro Luis Abujó Garzón, Luis Moctezuma, Ernesto Elorlin, todos ellos interpretaron obras de Chopin en el piano Stenway de la más suntuosa sala del restaurante más lujoso de entonces el Silva, en donde se instaló una gran peana cubierta de terciopelos rojos, sobre el que lució una escultura en mármol, busto de Federico Chopin, y a los pies dos hermosos tibores con arreglos de flores frescas, junto un pódium al que se allegaron poetas y escritores para recordar en semblanzas al insigne maestro ante una concurrencia numerosa de damas y caballeros.
Nos cuenta Campos, casi al final de su crónica, que esta celebración vino a ser la última ofrenda hecha por los artistas mexicanos educados en las manifestaciones del arte romántico, en aras del más alto de sus representantes, no obstante que floreció en una etapa en que florecieron sumos artistas cuyos nombres han pasado a la posteridad y que, a la par de Chopin son los representativos de épocas hiperespeciada del espíritu humano.

El siguiente es un juicio de Rubén M Campos, quien reconoce a Federico Chopin en su libro “El Folclore Musical de las Ciudades” y así concluimos estas notas conmemorativas.
Dice Campos:

‘La belleza de un canto está en el acompañamiento, dijo Chopin, y si a esta belleza armoniosa se añade la belleza intrínseca de la melodía, se tendrá el concepto neto que de la obra de arte debe tenerse, tan bella en su estructura como en el alma que lleva dentro, esta alma romántica de la música popular palpita con más alegría, con más júbilo de haber sido comprendida.’

No, Chopin no corresponde al Folclore de México, pero si podemos comprobar por sistemas folcloristas, que Chopin permanece en el alma de los mexicanos, muchos cuantos lo admiran ahora a 200 años en el segundo centenario.”

Y esto es un resumen de lo que me pareció una conferencia genial y sobre todo de la cual aprendí mucho, en el siguiente post hablaré de la conferencia de la Maestra Zuk: “El papel innovador de Chopin en la música mexicana”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante... Espero el segundo